Prevenir, casi nunca está de más. No obstante, sino se sabe lo suficiente acerca de aquello que se busca evitar y las consecuencias que ésto podría acarrear, el resultado posiblemente será fatal. Las vacunas en vías de experimentación son un claro ejemplo de ello; debido a su relativa juventud, los efectos -que éstas pueden llegar a ocasionar- a veces no salen a la luz inmediatamente y así dan origen a polémicas sociales.
En el presente año, la Secretaría de Salud de la Nación ha llevado a cabo una campaña que busca disminuir las víctimas del Virus del Papiloma Humano (VPH); la cual se ha intensificado en ciertos Estados durante el mes de octubre. Así un centenar de panfletitos y pulseritas rosas se reparten en las instituciones, con el afán de crear conciencia y promocionar la vacuna para prevenir el cáncer cérvico uterino.
De los más de 100 tipos de virus del papiloma humano, unos 30 afectan el área genital; de los cuales, muchos se tornan cancerígenos y son la causa –en México- de un 16.6% de las muertes en mujeres –de todas las edades-. La vacuna ayuda a proteger contra los tipos más comunes del VPH (tipos 6, 11, 16 y 18) y es recomendada su aplicación en mujeres de 9 a 26 años y en hombres de 9 a 17 años de edad.
Sin embargo, aunque ésta resulta una buena medida de prevención, cuyos resultados arrojan porcentajes altamente positivos de eficacia (entre 90 y 100%), la recomendación en cuanto a su aplicación se encuentra en debate.
En primer lugar, se discute la juventud de la misma, ya que fue apenas en junio del 2006 cuando la Secretaría de Salud de México y la FDA de Estados Unidos aprobaron la primera vacuna de prevención contra el VPH. Por tanto, las consecuencias de ésta no son conocidas en su totalidad,y existe la posibilidad de llegar a tener efectos de alto riesgo.
En segundo lugar, se dice que es preferible que la vacuna se aplique antes del inicio de la vida sexual activa; lo cual lleva a la duda de la eficacia que tendrá la medida si su aplicación llegara a ser después del comienzo de esta última. Aún así, sus partidarios afirman que es mejor tenerla, ya que inclusive si se llegara a tener algún tipo de VPH, ella podría congelar la expansión del padecimiento o prevenir en contra de otra variante.
Más aún, el VPH es en realidad un virus más común de lo que normalmente se cree y con una vida sexual cuidadosa y los constantes chequeos médicos, éste se puede prevenir de igual manera.
Empero, tristemente, la realidad es que éstos son padecimientos que encuentran asentamiento en lugares donde reina la pobreza y la ignorancia. Más aún, un país con un índice aproximado de un 51% de pobreza, la insalubridad y la falta de educación se vuelven males comunes. Por lo tanto, las “campañas rosas” contra el VPH no resultan ser una mala iniciativa. Como dice el dicho: “Más vale prevenir, que lamentar.”
En el presente año, la Secretaría de Salud de la Nación ha llevado a cabo una campaña que busca disminuir las víctimas del Virus del Papiloma Humano (VPH); la cual se ha intensificado en ciertos Estados durante el mes de octubre. Así un centenar de panfletitos y pulseritas rosas se reparten en las instituciones, con el afán de crear conciencia y promocionar la vacuna para prevenir el cáncer cérvico uterino.
De los más de 100 tipos de virus del papiloma humano, unos 30 afectan el área genital; de los cuales, muchos se tornan cancerígenos y son la causa –en México- de un 16.6% de las muertes en mujeres –de todas las edades-. La vacuna ayuda a proteger contra los tipos más comunes del VPH (tipos 6, 11, 16 y 18) y es recomendada su aplicación en mujeres de 9 a 26 años y en hombres de 9 a 17 años de edad.
Sin embargo, aunque ésta resulta una buena medida de prevención, cuyos resultados arrojan porcentajes altamente positivos de eficacia (entre 90 y 100%), la recomendación en cuanto a su aplicación se encuentra en debate.
En primer lugar, se discute la juventud de la misma, ya que fue apenas en junio del 2006 cuando la Secretaría de Salud de México y la FDA de Estados Unidos aprobaron la primera vacuna de prevención contra el VPH. Por tanto, las consecuencias de ésta no son conocidas en su totalidad,y existe la posibilidad de llegar a tener efectos de alto riesgo.
En segundo lugar, se dice que es preferible que la vacuna se aplique antes del inicio de la vida sexual activa; lo cual lleva a la duda de la eficacia que tendrá la medida si su aplicación llegara a ser después del comienzo de esta última. Aún así, sus partidarios afirman que es mejor tenerla, ya que inclusive si se llegara a tener algún tipo de VPH, ella podría congelar la expansión del padecimiento o prevenir en contra de otra variante.
Más aún, el VPH es en realidad un virus más común de lo que normalmente se cree y con una vida sexual cuidadosa y los constantes chequeos médicos, éste se puede prevenir de igual manera.
Empero, tristemente, la realidad es que éstos son padecimientos que encuentran asentamiento en lugares donde reina la pobreza y la ignorancia. Más aún, un país con un índice aproximado de un 51% de pobreza, la insalubridad y la falta de educación se vuelven males comunes. Por lo tanto, las “campañas rosas” contra el VPH no resultan ser una mala iniciativa. Como dice el dicho: “Más vale prevenir, que lamentar.”